La muerte es una realidad en nuestras vidas, intentamos alejarnos de ella porque nos inquieta y angustia. Cuando nos visita, no nos queda más remedio que sufrir lo inevitable. Es así que se hace sumamente complicado poder ayudar a los niños, y acompañarlos en sus inquietudes, curiosidades y dolor cuando nosotros también sufrimos.
Así mismo sentimos la necesidad de protegerlos de todo dolor y sufrimiento. Sin embargo es más bien que nosotros como adultos no podemos soportar el dolor del niño, por lo que tratamos de evitarle por todos los medios el sufrimiento, quisiéramos fingir que no ha pasado nada, negamos, alejamos, racionalizamos lo que sucede con el fin de evitar lo que tanto tememos: al niño y su dolor.
Los niños y niñas intuyen y conocen de alguna manera la existencia de la muerte. Si no obtienen respuestas o estas son confusas construyen sus propias teorías al respecto. Estas teorías están limitadas por su pensamiento egocéntrico, fantástico y por su saber emocional, lo que sin duda hará aumentar su angustia y su malestar. Es por ello que cuando un niño pregunta es importante responder que ha pasado con la verdad y acorde a su edad. El dolor de la pérdida ya está en ellos, pero es más doloroso y angustiante dejarlo sólo con su duelo y atormentado por sus fantasías. Los niños y niñas necesitan nuestra ayuda y acompañamiento en estos momentos.
Todos los niños y adolescentes deben comprender cuatro conceptos clave sobre la muerte, para poder construir un significado de lo que ésta representa y poder afrontar su dolor y elaborar lo sucedido (el duelo) de la forma menos confusa posible. Estos conceptos se van construyendo conforme se desarrolla su pensamiento.
1. La muerte es universal. Todos los seres vivos mueren.
2. La muerte es irreversible. Cuando morimos no volvemos a estar vivos nunca.
3. Todas las funciones vitales terminan completamente en el momento de la muerte. Cuando morimos el cuerpo ya no funciona.
4. Toda muerte tiene un porqué. La explicación que les demos debe ser adecuada a su edad, la causa puede quedar clara si nos centramos en lo puramente físico, sin necesidad de ser escrupulosos con los detalles, especialmente cuando se tratade muertes violentas.
Explicar que la muerte es universal e irreversible, que nuestro cuerpo deja de funcionar y que esto está siempre motivado por una causa física ayuda a comprender el concepto de muerte. Las personas también tenemos creencias religiosas, espirituales o filosóficas sobre el final de la vida; incluso los niños también tienen sus propias teorías. Nuestros hijos deben conocer nuestras creencias sobre el fin de la vida, pero no debemos confundirles únicamente explicando esta parte: “El abuelito se ha ido al cielo con Dios”, porque ellos lo entienden de forma literal. Debemos partir de la explicación de la muerte física para su total comprensión.
¿Cómo explicarlo a los niños?
· Hay que transmitir al niño lo antes posible la noticia de la muerte del ser querido y siempre por medio de una persona que sienta cercana y en la que confíe, a ser posible sus propios padres.
· Ninguna explicación que se le dé al niño o al adolescente sobre la muerte de su familia tiene por qué darse “de golpe”. Podemos ir haciéndolo poco a poco y completándola siempre con las preguntas, dudas y observaciones que él mismo quiera hacer.
· Los niños y los adolescentes deben saber siempre la verdad sobre lo sucedido, pero esta verdad se abordará en función de la capacidad emocional y cognitiva que el niño posea para poder comprenderla e integrarla.
· Es importante compartir nuestras creencias religiosas y espirituales con los niños, pero no sin antes haber dado una explicación física de la muerte. El uso de metáforas o explicaciones de tipo metafísico o espiritual puede confundirles. Los niños más pequeños todavía no están preparados para comprender determinados conceptos simbólicos.
· Es fundamental poder dar seguridad y protección, especialmente a los niños más pequeños, para prevenir su temor a que otro familiar cercano pueda morir. Debemos tranquilizarles y decirles que nosotros estamos bien y que le vamos a cuidar.
· Los niños y adolescentes pueden inquietarse por el futuro y temer que su mundo se desmorone, a raíz de la muerte acontecida. Debemos transmitirles, en la medida que nos sea posible, seguridad y confianza sobre la continuidad de sus vidas.
· Los niños pueden sentir mucha angustia al pensar que se olvidarán de la persona que ha fallecido. Es importante hacerles ver que la muerte no significa olvidarnos de esa persona. Es vital que compartamos con nuestros hijos los recuerdos, las historias o las fotos de la persona fallecida. Señalarles que siempre estará en nuestro corazón y en nuestra memoria.
· Los niños necesitan aprender a expresar lo que sienten y, entre estos sentimientos, está su dolor por la muerte de la persona fallecida. Nosotros, los adultos, somos su modelo de aprendizaje en la expresión emocional de su dolor. Si negamos u ocultamos lo que sentimos, ellos harán lo mismo.
· A partir de los seis años aproximadamente, aunque no es una regla, los niños pueden participar en los ritos que se lleven a cabo por la muerte deun familiar (velatorio, entierro, funeral). Participar en estos ritos, debidamente explicados con anterioridad y siempre acompañando al niño, preadolescente o adolescente, tiene el sentido de favorecer que se sientan unidos a la familia e integrados en la experiencia de despedida. También les ayuda a que la muerte pueda ser concretada en un tiempo y en un espacio. Los niños y adolescentes independientemente se su edad necesitan despedirse.
También es posible que en este proceso necesitemos la ayuda de una psicóloga para niños para que nos oriente en cómo manejar esta situación con nuestros hijos o saber cómo ellos están emocionalmente y acompañe en el proceso de duelo.