Los problemas de conducta se presentan cuando los niños y las niñas no consideran las normas mínimas de convivencia esperadas para su edad dentro de una situación social específica. Como por ejemplo cuando un niño continuamente golpea a otros niños en la escuela. Los niños/as que presentan esta condición frecuentemente transgreden las normas de los adultos y/o no respetan los derechos de los demás niños/as. Es importante aclarar que no se trata de una situación eventual, como cuando ocasionalmente algún niño se porta “mal”, sino es una manera persistente de comportarse y relacionarse con los demás.
Los seres humanos somos seres sociales por naturaleza. Generalmente durante la infancia y la adolescencia aprendemos a convivir y a relacionarnos tanto con adultos como con otros niños a través de las experiencias que tenemos en casa y en la escuela. Cuando un niño/a agrede a otros o se salta las normas con frecuencia, nos quiere decir que algo está sucediendo, que no ha adquirido las habilidades necesarias para regular sus emociones, ni para relacionarse y/o resolver sus problemas adecuadamente.
Es importante tomar en cuenta la edad de nuestro hijo, ya que hay momentos en donde como parte del propio proceso de desarrollo emocional se espera que a los niños/as les cueste trabajo obedecer a los padres. Como por ejemplo cuando un niño/a de 2 a 3 años se opone a las indicaciones de los padres o hace berrinches cuando no tiene lo que desea. O cuando un adolescente se rebela y cuestiona las normas. En estos momentos los niños requieren cierto grado de oposición hacia sus padres para consolidar su identidad y autonomía. Claro que cuando existe un problema de conducta en estas etapas la rebeldía y la oposición puede ser extrema.
Los padres deben solicitar ayuda:
Cuando sentimos que no sabemos como manejar la situación.
Cuando la conducta del niño/a afecta su educación, la convivencia escolar y/o familiar.
Cuando las siguientes conductas son persistentes: no obedece a los adultos, agrede a otros, destruye intencionalmente las cosas de otros, miente continuamente, tiene berrinches frecuentes o incluso roba y/o lastima a algún animal.
La vida del niño/a se puede ver afectada. Puede construir un autoconcepto negativo de sí mismo, y su convivencia familiar y/o escolar se pueden ver afectadas. Es por ello que es muy importante buscar el apoyo de una psicóloga infantil, para que ella realice un estudio detallado de la situación (tanto de los recursos y dificultades del niño/a) y así pueda orientar a la familia adecuadamente.
El tratamiento se enfoca en un inicio en identificar aquellas situaciones familiares y escolares que contribuyen al problema. Así mismo no se trata sólo de reducir el mal comportamiento de niño/a, sino también que el niño/a adquiera nuevas estrategias para manejar sus emociones y desarrolle habilidades para convivir y resolver sus conflictos; así como también los padres adquieran estrategias disciplinarias respetuosas y efectivas.
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